En esta obra, el artista rinde homenaje a Vincent van Gogh, reinterpretando uno de sus cuadros más icónicos, "Los Girasoles", con una visión renovada pero respetuosa.
La energía de las pinceladas evocan el estilo de Van Gogh, mientras que la composición presenta una frescura que añade un toque personal a la obra. Los girasoles, con sus pétalos naranjas y amarillos ardientes, parecen cobrar vida a través de las pinceladas expresivas y dinámicas, imitando el espíritu original pero con un enfoque contemporáneo.
Ortega aun utilizando acrílicos ha conseguido una textura que se aproxima a la del óleo reflejando una pasión similar a la que Van Gogh vertía en sus obras, pero con una interpretación más moderna y luminosa. El uso de sombras y luces, así como la textura de las flores, nos recuerda el movimiento y la emoción que Van Gogh imprimía en cada trazo, logrando una atmósfera vibrante y vivaz. Sin embargo, esta obra tiene su propia personalidad, alejándose de la mera copia para ofrecer una relectura única del clásico.
Agotado
